En las redes sociales y en todas las conversaciones diarias se produce un torrente de quejas. Muchas presentan argumentos ciertos pero en otros casos tristemente me doy de cuenta que algunas personas tienen el quejarse como casi su estilo de vida.
Cuando nos quejamos, no estamos contribuyendo a la solución, estamos tratando de evadir el problema y evitar solucionarlo. ¿Es más fácil decirlo que hacerlo, me equivoco?
En este mes quiero enfocarme en un consejo que encontré en Filipenses 2:14. “Háganlo todo sin quejas ni contiendas”. Sin importar la situación, lo que no tengo, lo que quisiera, no voy a quejarme. Lo único que funciona para mí para eliminar las quejas de mi vida es recordarme diariamente de mis bendiciones. Trato de recordar que Dios usa todo para bendecirnos.
Así que les propongo, interrumpir lo que está haciendo y terminar esta frase...
¡No me voy a quejar! Me siento bendecido por: ____________.
Te invito a publicar en las redes sociales, escribirla en la nevera, textea a un amigo o escribirlo en algún lugar para que pueda verlo una y otra vez para cuando usted necesite un recordatorio para no quejase.
Únete a nuestro reto del “no” de noviembre compartiendo con nosotros las áreas de tu vida que no te dejan alcanzar tu bendición. #retodenoviembre
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