Es simple, lo que más odio en el mundo es cuando me ocultan un hecho, me dicen algo disfrazado o me hacen creer una realidad inexistente. En conclusión, las mentiras. Me gusta como el poeta inglés, Alexander Pope, describe el efecto de la mentira: “El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”.
El hecho de odiar las mentiras no significa que no mienta. Reconozco que las mentiras son una deshonestidad y no tener el valor para enfrentar lo que acontece. Es difícil reducir o erradicar un hábito para nada edificante como este. Vale la pena intentar vivir de una forma más honesta que nos generará bienestar y tranquilidad.
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